Image by lpinseel via Flickr
Europa, ese pequeño cabo del continente asiático, anda en problemas económicos.
Todo ha comenzado por Grecia -¿cuándo no?-, que si no despega y paga sus deudas (enormes, no mensurables en horas-vida de pueblo...) amenaza arrastrar tras de su fracaso al euro y todo el sistema unitario común, “cerebro de un vasto cuerpo”, al decir de Valéry. Nada menos que Grecia, donde naciera la geometría, esa “mezcla feliz de imaginación y rigor lógico, creación fantástica que ni los egipcios, ni los chinos, ni los caldeos, ni los hindúes la habían logrado” (sigue diciendo Valéry). El Fondo Monetario Internacional -ese ladrón de soberanías-, el Banco Central Europeo y las presumidas naciones de la UE, todas con los ojos y las manos codiciosas sobre Grecia. Los griegos van a la huelga general, a tumbar el desgobierno que les lleva a la ruina, el hambre y la miseria para los muchos. Si Grecia cae, cae España, dicen los expertos.
Si Grecia cae, quien se derrumba, creánlo o no, es la Eurozona y su moneda. Ya han mostrado su talón de Aquiles, su debilidad interna, al acudir al FMI para “ayudar” a una de sus estrellas. Ni Grecia, ni España ni Portugal -¿con qué se sienta la cucaracha?- debían haber integrado la Unión, dada la inestabilidad o pobreza de sus economías, si las comparamos con Alemania, Francia o Inglaterra. A la larga -y a la corta también- son los pueblos quienes padecen esos sueños de grandeza y oportunismos políticos. Y al final, solo les queda el tiempo. “Todo el tiempo”, al decir de Don Eliseo Diego.
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