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Lugar geomántico(…) El día veintisiete
de marzo, terminada
mi casa, yo invité
a dieciséis amigos,
Tomamos fruta, té,
vino del Sur y arroz.
La luna se mostraba
llena de su belleza.
Todo era luminoso,
y extático, y vacío,
tan raro y tan exacto
que casi daba miedo:
El mismísimo miedo
que yo sentí en mis dentros.
Nadie sabía nada
pero nos parecía
que todo estaba claro
y entendíamos todo,
desde dentro del orden
geomántico, exacto,
de la ley del paisaje
que tanto he calculado
y hoy hace tan felices
a todos mis amigos
que, sin saber, se sienten
en su armónico puesto,
como yo cuando bebo
de noche, y estoy solo
como un astro, situado
entre otros, sonoro,
en esta casa sola
frente al monte Lu.
Método mágico-terrorista para provocar el misterio
Inicié la experiencia por tazones de instinto,
y en busca de la hora de máximo peligro,
es decir, de posible locura y de prodigio.
Ahora exploto el milagro sistemáticamente.
Ya casi no me sirve. Voy a contar no obstante
cómo a veces logré llegar a lo absoluto.
Sin pensar, sin ideas, salga usted a la calle.
Busque a alguna persona que no sea atrayente.
No una chica bonita. Fallaría el sistema.
Debe usted de buscar un pobre viejecito
que va a tomar el sol, o algún representante
dinámico y activo, o algún otro cretino.
Una vez elegida su víctima adorable,
viejito, ama de compras o algún representante
(y si tiene experiencia, pruebe con algún guardia),
sígale paso a paso, o pásele y espere
metido en un portal, a que él se le adelante.
Lo básico es que advierta que usted le esa siguiendo.
No cometa imprudencias. Lo importante es que él
dude.
Provoque en él sospechas. Disimúlelas luego.
Empezará a mirarle. Mírele usted también.
Todo esto, ya se entiende, no debe proseguirse
si el objeto humano recurre a escapatorias,
calles no frecuentadas, suburbios…No, no, nada
de eso.
Usted siempre entre luces y por céntricas calles.
A veces hay que hacer colas en los autobuses.
Sígale pese a todo, con su cara de tonto
(de momento uno es o debe parecerlo),
y siga. De repente notará que al objeto
seguido y adorado, le descompone el miedo.
¡El miedo! ¡Es ese miedo tan tremendo y tan bello!
Es el temblor visible, más si él lo disimula.
¡El paso que procura no apresura! Un tic
estúpido del hombro. Su no mirar atrás.
Entonces uno es dios. Ha creado el misterio
y la fascinación de lo raro en un muerto.
¡Sígale! Si el terror poético-real
y el miedo que uno siente sabiéndose sin culpa
mas quizá retenible-culpable bien mirado-
si una correspondencia de terror a terror
que no tiene razón en sí, pero provoca
una magia real, ¡oh esplendor, oh explosión!
Así dará usted miedo; y el otro a usted, más miedo,
maravilla y espanto: Peligro, luz, locura.
Y uno en otro, sin ser, crearán esta magia
del doble reflejo .Ensaye usted el sistema.
Procure usted aterrar para ser aterrado.
Y en lo posible, evite siempre el asesinato.
Gabriel Celaya(Guipúzcoa, España, l911).
En Los espejos transparentes, l977. Editorial Losada S.A. Buenos Aires, Argentina.
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