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Fernando Pérez es quien con más constancia ha estado filmando, gracias a la productora española Wanda, que “le tiene fe”, como suele afirmar el cineasta. En este sentido, el caso de Humberto Solás, ya fallecido y considerado uno de los grandes cineastas cubanos, es paradigmático: luego de ocho años sin pararse detrás de una cámara de cine, al director se le dio la opción del digital-más barato para la industria, que no podía darse el lujo de comprar película virgen de 35mm. Y en menos de tres años, Solás realizó dos filmes de temática contemporánea, con un marcado tono de crítica social: Miel para Ochún y Barrio Cuba. Y casi podía haber rodado uno por año, si no hubiera estado inmerso en su célebre Festival Internacional de Cine Pobre, el Festival de Gibara, como se le conoce. En fin, ya es sabido que el cine, en todo el planeta, se hace con dinero, pero al de Cuba, también hay que sumarle lo que se llama por acá “voluntad política”.
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