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El transporte, pésimo, largas colas en las paradas de ómnibus y empuja, empuja de los más fuertes a la hora de abordar, indisciplina social le llaman a esta violencia de la necesidad de trasladarse de un lugar a otro de la ciudad. El hambre acecha en la anunciada desaparición de la libreta, cincuenta años de consumo controlado y subvencionado por el Estado paternalista, temida espada de Damocles sobre la cabeza de los consumidores: la papa al ser liberada ya no la alcanzan los menos listos: solo dura cuatro horas en los puestos de barrio, pues los más avisados las compran por sacos -¿ o no está por la libre? , para sus negocios particulares- paladares, vendutas, etc. -brillan por su ausencia la malanga, el boniato, el plátano: diz que no hubo suficiente fertilizante para esas viandas este año. En fin, hay que inventar, como en los tiempos duros del llamado “período especial”. Y en medio de la incertidumbre económica, la farsa de las elecciones del Poder Popular: el pueblo sin poder.
Vamos de menos a poquísimo.
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