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De la más reciente obra de la poeta santiaguera Soleida Ríos, ciudadana del mundo, seleccionamos dos textos, para que lo disfruten:
Iniciación
(Variaciones sobre un poema dogón)
El ojo de la máscara
es un ojo de fuego.
Es a mí a quien mira.
Echa su fuego ardiente
sobre mí.
El ojo de la máscara
es un ojo de lanza.
Clava su enorme lanza
Sobre mí.
El ojo de la máscara
es un ojo de flecha.
Tira su dura flecha
sobre mí.
El ojo de la máscara
es un ojo de hacha.
El doble filo hiende
y
penetra mi cuerpo
en la penumbra.
El ojo rojo de la máscara
entra en mi casa.
Hoy.
Es a mí
a quien mira.
Es a mí
a quien hace vibrar.
A quien (mañana)
mata.
El ojo rojo
de la máscara.
1994
Arcano
(Para Luis Lorente)
Abandono.
Detenimiento.
Suspensión.
Lo resistente es el árbol
(guásima, fresno, abedul)
las ramas que sostienen la cuerda
atada al pie
las verdes ramas.
Diríase que a ese muerto, sustraído
no lo soporta una estrategia
(mirar y mirar, ver, entrever
¿qué? desde arriba
caído y, no obstante, por encima
de las líneas de congestión).
Soberano detenimiento. Arde
lo que tiene que arder.
Arde y se apaga.
El que cuelga
puede no calcular
los polos de la frialdad
ni el golpe de una ventolera.
Resiste, pues su manera de hibernar
Le da visión.
Ve pasar las carrozas deshilachadas
de los triunfadores.
Ve pasar hacia los blancos cementerios
la cadena de interminables
muertos vivos.
El que cuelga
como mira de frente, ajeno
invertirá los símbolos:
El agua: artificial, la ingravidez: perfecta.
Pero, ¿qué es el qué
desde arriba y caído
y no obstante por encima
de las líneas de congestión?
Arde lo que tiene que arder.
Arde y se apaga.
Y en la distancia, confluyendo
en el detenimiento del deseo
la muerte
mas, nunca para reducir.
El que cuelga, cruzado de pies y manos
si despierta, podría beber de sí
podría desplegar desde sí su permanencia.
Pero lo resistente sería el árbol:
guásima, fresno, abedul.
29 de mayo, 1999
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