Cabezas

Image via Wikipedia

Esta vez con el poeta y doctor en Medicina, Pedro Marqués de Armas, cubano residente en Barcelona, compartiremos algunos textos de Cabezas, su poemario más reciente.

Conformado en dos partes, Fatigas, que comprende obras de 1992 a 1993 y Cabezas, que va de l994 a 1997, el libro vio la luz pública en 2007, en Coimbra, Portugal, en edición bilingüe, con prólogo introductorio del escritor Rolando Sánchez Mejías y la traducción de Jorge Melícias.

También…
 

También nosotros habíamos inventariado el mundo, nuestro zoo intensivo. Estallamiento, aura de lucidez le llamábamos, como si estuviéramos soberanamente al margen y no invocáramos mitos.

Entre arbustos…


Entre arbustos y piedras mondas, bestias sueltas o enroscadas, impasible en lo alto y demoledora, la luna de los campos nos seguía…Y aún tuvista la inocencia de detenerte y desvelarla: gesto inùtil, como lo lírico es tardío (de ahí el hábito de distinguir entre verdaderos y falsos alimentos; el hartazgo; gasto fútil…).

Leer a Büchner


Leer a Büchner en aquellas condiciones era errar el tiro. Caminar, eso sí. Andar mucho y de cabeza. Caminar se podía todo el tiempo. Pero no establecer relaciones entre la tautología del paisaje- hilo de lábil demencia- y la materialidad de algunas frases. Como esta, por ejemplo: “Lenz pasó por la Sierra”. En fin, ninguna lengua es suficientemente viva. Y así como ciertos caminos están ahí para ordenar la locura, lo mejor es seguir de largo…

Por el sendero…


Por el sendero llevan
la caja del muerto
la banda de gentiles
que no pueden
verse.
Abren-por la fractal
que bajan-
un claro en el bosque.

Mandrágora


En el borde interior de la frontera, que otros prefieren llamar
callejón sin salida, -B se mató.
Claro que todas las fronteras son mentales, y en el caso de B
mejor sería hablar de dos.
De modo que B se mató entre el borde interior y la cresta de
un pensamiento que ya no se le desviaba.
Para catapultarse, tomó aquellas raicillas de un alcaloide que
había clasificado, y echándose sobre el camastro de trozos
fusiformes, al fin encontró lo que buscaba: calle de una sola
dirección en la que todos los números están borrados, y los
blancos pedúnculos mentales se desvanecen en una materia de sueño.